La búsqueda de Dios debe ser el objetivo final del hombre. Porque al conocerlo, lo amará, y al amarlo, lo seguirá y servirá con eficacia. Siga un viaje espiritual fresco, cándido, intenso, rico, vibrante, saludable, satisfactorio y extremadamente gratificante para conocer al Dios que el Profeta Elías conoció y con el que caminó, el Dios que responde con fuego y lluvia, el Dios que era, que es y que ha de venir.
